En ocasiones, resulta más sencillo explicar qué es algo empezando, por paradójico que pueda parecer, por aquello que no es. Dicho así puede resultarnos extraño e incluso confuso, pese a ello, cobra pleno sentido cuando nos apoyamos en ejemplos y situaciones cotidianas.
En este post nos aproximamos al concepto de visita guiada tal y como lo conocemos hoy en día. Para ello, vamos a repasar algunos errores habituales en su planificación y ejecución, en un intento de presentar los principales problemas, inconvenientes y desafíos que aparecen a la hora de poner en marcha este tipo de actividades.
¡Vamos allá!
Cinco errores habituales (y un consejo)
Ejercer de guía e intérprete del patrimonio no sólo implica poseer una formación específica, sino también un dominio real de ésta. Sin embargo, a veces surgen dudas sobre cómo llevar a cabo ciertas ideas y proyectos. Los más ambiciosos, como no podría ser de otra manera, son las visitas guiadas, un clásico dentro del sector turístico que año tras año sigue ganando adeptos.
Veamos, a continuación, algunos de los errores más comunes.
Improvisación VS planificación excesiva
¿Cuántas veces os habéis visto obligad@s a consultar información adicional antes de un viaje? Imagino que unas cuantas. Del mismo modo que planificar un desplazamiento requiere tiempo y prestar atención a los pequeños detalles, diseñar y ejecutar una visita turística implica adoptar la organización por norma. Anticiparnos a las necesidades de quienes contratan nuestros servicios o saber actuar con determinación y templanza ante los problemas, nos ayudará a salir airosos de las situaciones más inesperadas. Es por este motivo que un pase guiado no puede convertirse en un ejercicio de improvisación. Dependiendo del público objetivo adaptaremos en forma y contenido la experiencia, hilando cada etapa del recorrido a fin de ofrecer una gestión óptima.
Por otra parte, y en el polo opuesto a la improvisación, encontraríamos la obsesión por cumplir a rajatabla todos y cada uno de los ítems de la ruta tal y como fue planteada. Una actitud excesivamente inflexible a la hora de acompañar a nuestro público, lejos de mejorar la calidad del servicio, suele ser contraproducente. Las visitas guiadas son dinámicas por defecto, por lo que estaremos abiertos a posibles cambios y giros de guion.
Ausencia de empatía
Nuestros visitantes son nuestros clientes, pero también nuestros invitados más selectos. El acompañamiento de grupos no solo requiere entrenar nuestras dotes comunicativas, sino también adquirir las destrezas emocionales necesarias para brindar un trato excelente a todos aquellos que depositan una expectativa en nosotros. Preocuparnos excesivamente por el tema o el contenido del discurso sin atender al bienestar de quienes tenemos delante puede abocarnos al más estrepitoso de los fracasos. Mantener una actitud proactiva y empática durante nuestro speech, garantizará que se sientan como en casa. Ello pasa por transmitir seguridad y confianza, emocionar, entretener y, por encima de todo, cautivar con nuestra presencia y buen hacer.
Convertir el discurso en un monólogo
Toda acción conlleva una reacción. Durante su jornada, un guía turístico tiene que conseguir que la retroalimentación emisor-receptor sea bidireccional y constante; en una palabra: feedback. Para ello, conviene segmentar al público por edades y procedencias, evitando que el discurso se vuelva insulso y monótono. Al fin y al cabo, comunicamos incluso creemos que no lo estamos haciendo. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que a través de un trato totalmente personalizado?
Reducir la información al absurdo
Existe la falsa creencia de que divulgar supone bajar el nivel de aquello que se dice. Nuestra experiencia como profesionales del sector turístico nos demuestra todo lo contrario. De hecho, es perfectamente posible ofrecer un discurso riguroso y bien documentado sin simplificar la información y la interpretación a su mínima expresión. Encontrar el punto exacto entre la anécdota y el hecho histórico da un valor añadido a nuestro trabajo; lo hace humano. Esto no siempre es fácil y requiere poseer cierta pericia, pero tampoco resulta imposible. A fin de cuentas, aquello que decimos nos importa tanto como nos atañe; de ahí la responsabilidad ética que desempeña la figura del guía como motor del Turismo Cultural.
Objetivos poco realistas
Seleccionar, priorizar o dar cabida a algo supone, automáticamente, dejar otra cosa de lado. Establecer objetivos principales y secundarios nos ayudará a trabajar de una manera sistemática y planificada sin renunciar a ninguno de los ingredientes clave de una buena visita guiada. A este respecto, el uso de una agenda no solo es recomendable, sino también obligatorio para optimizar el tiempo, flexibilizar el servicio y evitar el temido solapamiento de tareas.
Y, por último, un consejo:
Errare humanum est…
Exactamente lo que acabas de leer. Todo proceso de aprendizaje implica desarrollar la capacidad de lidiar con una serie de equivocaciones y errores que pueden aparecer de forma inesperada. Unos y otros forman parte de la profesión tal y como la conocemos, y son los encargados de mantenernos despiertos, incluso en los entornos más caóticos.
Afrontar con madurez nuestras limitaciones, aprender de ellas, convertirlas en oportunidades, forma parte de la rutina de un buen profesional en el sector turismo. Así pues, no debemos bajar la guardia y conformarnos con cualquier cosa. Recuerda: errare humanum est, sed in errore perseverare insipientis, es decir, equivocarse es de humanos, pero perseverar en el error es de necios.
Por último, tal y como vimos en el post dedicado al Guía de Turismo: tipos de guía y funciones, existen tantos perfiles de viajes como de visitantes potenciales. Es por esto que se hace tan importante diseñar productos culturales concebidos a prueba de juicios (internos y externos). Conviene chequear el trabajo realizado y fijar un mínimo de condiciones en el servicio.
Desde Esatur Formación creemos firmemente en el compromiso de las futuras generaciones de guías respecto a promoción del patrimonio cultural y natural. Esperamos contar con vosotros en este reto apasionante.
Autora: Ana Isabel Castro Carbonell, profesora de la asignatura de Guía de Turismo (2º curso de Turismo Operativo).
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